Nuestra vida
como un acto de
Reparación...
Nuestra vida
como un acto de
Reparación...
Diariamente, cada sierva acompaña al Señor en el Santísimo Sacramento en una hora de reparación diurna y nocturna, momento fundamental de nuestro día a día.
Nuestro campo de misión está en el Sagrario, adorándolo por los que no lo adoran, amándolo por los que no lo aman...
La oración es, por definición, el primer deber del cristiano, y particularmente lo es para el que opta por la vida religiosa, visto que ocupa toda su vida en el servicio de la oración asidua e ininterrumpida, sin anteponer nada a ella.
Nos caracterizamos por ser almas eucarísticas, por tributar y predicar un profundo y contagioso amor por la Eucaristía… Eucaristía que es nuestro alimento diario, alimento que nos transforma y da oxígeno a nuestra vida espiritual.
El rezo de la Liturgia de las Horas y del Santo Rosario; cadena prodigiosa de rosas de amor y alabanza que llevamos grabada en nuestros labios y en nuestro corazón, hacen parte esencial de la vida de una sierva reparadora.
El trabajo tiene que ser inseparable de la oración,
la oración inseparable del trabajo.
Nuestra forma de vida se compone de cosas sencillas... realizamos las labores propias del monasterio y buscamos ayudarnos económicamente a través de la venta de artículos religiosos que elaboramos; aunque principalmente vivimos de la providencia divina manifestada en las personas que nos colaboran con su valioso aporte para continuar con la misión que Dios nos ha encomendado.
Labores como cocinar, barrer, trabajar en el jardín, coser, elaborar escapularios, rosarios, bolsos, hacen parte de nuestro día a día en el monasterio.
Incluso la tarea más rutinaria y sencilla, si se hace para Cristo, con espíritu de amor y dedicación,... es ofrecida a Dios como un acto de oración y reparación.
La comunión fraterna es manifestación de la presencia del Señor entre los hombres, y es expresión del misterio de la Iglesia y del anhelo de unidad de los hombres, como lo quiere Cristo: “Que todos sean uno…” (Juan 17 :22).
Procuramos vivir constantemente en ambiente fraterno, cultivando y manteniendo un clima que nos facilite gozosamente interactuar unas con las otras, llevándonos a tener una unidad de criterios y rompiendo el hielo de la desigualdad, clima en el que se sienta la presencia reinante de Jesús y de María.
Nuestras horas de recreo son espacios comunitarios y variados que sirven para limar asperezas, consolidar relaciones francas y afianzar vínculos de amistad.
Las Siervas Reparadoras difundimos nuestra espiritualidad de la reparación a través del Movimiento laical Apostolado de Reparación, realizando desiertos de amor (retiros espirituales), cruzadas del Santo Rosario, difundiendo la adoración y culto al Santísimo Sacramento del Altar, la reparación a los Sagrados Corazones, invitando a las familias al rezo del Santo Rosario, incentivando especialmente en los niños el amor por Jesús Eucaristía y la devoción a la Madre de Dios a través del grupo de niños reparadores.